Sultani, de 20 años, vivió en Afganistán hasta que él y su familia se mudaron a Reno en 2017.
Seis años después, Sultani — que se hace llamar Omar porque “Fakhar es un poco difícil de pronunciar” — terminó la preparatoria a los 16 años, obtuvo su título asociado en estudios automotrices en el Colegio Comunitario Truckee Meadows, y está estudiando otra carrera en seguridad cibernética mientras también trabaja en Tesla.
“No tuve tantas oportunidades en Afganistán”, dijo a The Nevada Independent. “No había escuela — pero queríamos tener un futuro brillante”.
Mientras Sultani comparte su historia, se oyen exclamaciones de júbilo desde la sala cercana al pasillo donde se lleva a cabo la entrevista.
El grupo de Sultani le informa que su creación arquitectónica ganó. Él sonríe y se reincorpora a la mesa de trabajo.
Sultani es uno de los más de 20 participantes del programa de tutoría para refugiados del Centro Internacional del Norte de Nevada que asistieron al evento de esa noche. A él se le suman otros refugiados, así como mentores y organizadores de programas.
Aaron Laden, coordinador de jóvenes refugiados en el centro, empezó el programa para recrear los grupos de jóvenes de la iglesia a los que asistía cuando era adolescente.
Las reuniones de jóvenes refugiados también son una forma para que personas con experiencias similares se conozcan y establezcan relaciones en un espacio seguro, comentó Laden.
“Para los recién llegados, es una oportunidad de conocer gente de donde ellos vinieron”, indicó.
El programa de tutoría es uno de muchos que el Centro Internacional del Norte de Nevada ha desarrollado para apoyar a personas que llegan a Reno procedentes de países como Afganistán, Ucrania, la República Democrática del Congo, Siria y El Salvador. Desde 2016, la organización ha reubicado a más de 500 personas.
Muchos de los refugiados que se han establecido en Reno deciden quedarse en la ciudad, construyendo empresas y comunidades.
Ericka Mora Campos, quien vino a los Estados Unidos desde Costa Rica para realizar un posgrado en ingeniería civil en la Universidad de Nevada, Reno (UNR), es una de las mentoras voluntarias.
Mora Campos llevó a su perro Milo a la reunión con la esperanza de que pudiera servir como mascota de apoyo emocional para los niños mientras se sentían más cómodos hablando con otros jóvenes del grupo.
Mora Campos agregó uno de los consejos que le daría a quien se muda a los Estados Unidos es no tener miedo de decir lo que necesita, incluso si esa persona no está familiarizada con el idioma.
“Está bien solo preguntar porque todos somos seres humanos”, dijo. “Todos deberíamos ser muy comprensivos entre nosotros”.